Dime tu nombre aunque no lo entienda. Un cuento de amor primitivo. Desespero II

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Para "Ajinac" las cosas no eran del todo diferentes, los dias podìan sobrellevarse pero las noches eran casi insoportables, el sueño se volviò ligero, la despertaban los cantos nocturnos de las aves, en especial el silbido del autillo; al escucharlo se alzaba del lecho y bebìa un poco de agua, sentìa dolores en el cuello, aveces eran en el pecho, los cuales se volvian lanzarerantes, sentìa que el respiro se volvia lento y el corazòn palpitaba como vuelo de colibrì, una noche caminò en compañia de la luna por el alcorce que va al mar, fuè a la orilla, sintiò algo de frìo y estubo allì contemplando de las extrelllas, su movimiento y su brillo de cuarzo.
Con el pensamiento de la noche en el dìa, tejiò mochila, estubo asì hasta el chillido de los monos. Despues hilò un poco.
Su madre supo que el cambiamento era por "pensamiento de hombre", lo reconociò en su ojos esquivos y e sus manos, que tejiàn màs ràpido de lo normal, supo que el corazòn de su hija se habia enamorado y hablò con Ella, quien no pudo esconder el deseo del amor que sentìa, su madre hablò con algunas de las mujeres y decidieron que al alba irìan por hilo para tejer.

Al despuntar el sol siguieron el sendero de los pajàros, donde proliferaban bosques bambusoidaes tròpicales que con sus largos tallos curvos al final, cubrian del sol una buena parte del camino, algunos eran en floritura, caminaron las dos, madre e hija por el puente de leña a forma de manos abiertas que llevaba donde nacia la planta de fique, caminaron rumbo a la parte alta donde encontraron del cilantro selvàtico que recolectaron, llegaron a la cascada, aquella que se siente aunque estes lejos, estubieron varias noches; desde allì se podìa ver el mar de leva, al igual sentir el rio y su cascada. La madre le pregunto quien era, Ella le dijo el "nombre de hombre", le contò que pertenecia a otra etnia, que su idoma era distinto y refieriendose a la dificultad de comunicar con El dejò aflorar una làgrima que seco ràpidamente con el dorso de su mano.
Su madre pensò que no habìa nada que hacer, el amor fuè consumado en el vientre y probablemente era yà fecundo, debìan arreglar la situaciòn con los demas miembros de la familia.

Mientras bajaban, cuando faltaba poco menos de la puesta del sol, observaron el luminoso rayo verde en el limpido cielo y acamparon donde la viuda Prisiliana. Allì durmieron en hamacas, "Ajinac" pensò en la manera de decir a Kimbazala su verdadero nombre, no sabìa como hacerlo; era dificil hablar en otra lengua, no era fàcil explicarle el significado de la palabra "Ajinac" y el significado de su nombre, mucho menos cuando se esta enamorado, cuando el pensamiento es confuso y el corazòn bate como alas de colibrì.  

continuarà...


Hombre murcielago 





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