Dime tu nombre aunque no lo entienda. Un cuento de amor primitivo. Encuentro.
Ella, mientras caminaba sentìa màs suave sus pasos, se sentìa màs ligera. El rio se podìa ver en la distancia pero faltarìan almenos unas mordidas de nueces màs para poder llegar, tratò de decir algo pero El, no comprendìa su lenguaje aunque le respondiò con otros sonidos y gestos diferentes que dificilmente pudieron ser entendidos, eran dos seres distantes que encontraron por azar un momento intìmo, llegando a la riba del rio empezaron a alzar las piedras en donde se resguardaban los camarones que atrapaban con gran facilidad, -arte aprendida con el tiempo- recolectaron tantos como cabìan en la cesta de hojas trenzadas que tenian.
Luego se dispusieron a prepararlos al fuego mientras El la miraba y sutilmente le acariciaba los labios. Ya se habìan visto àntes, lo supieron en ese momento pero solo en ese instante perdieron el miedo, habìan perdido el miedo de hablar. Y Ella acercàndose lo besò.
En el lugar todo siguiò bajo la rutina y los quehaceres, las mujeres al sentir los monos chillar entre los àrboles se dispusieron a preparar de comer, tenìan varios ñeques y dos manaos de la caza que habian hecho los hombres el dia anterior, junto con algunas verduras y tuberculos recolectados hicieron buena vianda. La muchacha a la que todos llamaban "Ajinac" no sabia comunicar en modo claro ni tampoco podia hablar en el idioma de los aldeanos; asi que, empezò a mirar detenidamente los gestos y movimientos de todos mientras trituraba algunos granos sobre la piedra dispuesta en el lugar para ello, luego iniciò a repetir cada una de las palabras que escuchaba salir de sus bocas lo hizo moviendo los labios delicada y lentamente y al memorizarlas logrò enterderlos un poco màs.
Cuando la vitualla estubo pronta, fuè vertida sobre unas hojas de malanga y todos se sentaron alrededor del banquete comiendo hasta la saciedad.
kimbazala habìa tomado una decisiòn: proponer a la que El llamaba "Ajinac" quedarse definitivamente en su casa y dirigiendose hacia Ella colocò una mano sobre su hombro diciendole algunas frases incomprensibles, con un dedo de la otra mano indicaba el suelo, tratando de decirle: quedate junto a mi, aquì en ese lugar, en mi comarca, Ella lo escuchò, entendiò sus gestos y estubo a punto de no volver a los suyos y aceptar su proposiciòn, màs al ver al sol reflejando las sombras delante de ellos, apartò su mano y se dispuso a cavar unas malangas para llevar a su aldea, Kimbazala intento detenerla pero Ella diciendole palabras de las cuales El aùn no conocìa el significado siguiò cavandolas, luego de realizar la recolecta de las raices e indicandole con una mano el sol, dirijiendola hacia el ocaso siete veces, se marchò.
A la mañana del dia siguiente Kimbazala fuè al lugar donde se habian encontrado por primera vez y esperò hasta que no viò a su sombra reflejarse, al segundo dia fuè a la piedra màs alta donde se podìa ver la desembocadura del rio, esperando de individuarla recogiendo almejas o atrapando jaibas, estubo allì hasta el cambio de la marea pero no pudo deleitar sus ojos. Asi, al tercer dia desesperado, decidiò ir a su territorio pero el padre lo convenciò que no era el momento, le aconsejò que esperara el cambio de luna. Kimbazala sentìa algo màs que las ganas de verla, fuè entonces que al cuarto dìa se dirigiò al rio a recolectar camarones y encendiò una hoguera, esperando que "Ajinac" viera el humo elevarse hacia el cielo y pensara que El la estaba esperando allì pero ni aùn en esa ocasiòn pudo verla tornar, ni tampoco ver la dulce mirada de sus ojos. Al quinto dìa tomò el rumbo del camino de la montaña para ir a la parte màs alta del rio donde las piedras portadas por las viejas crecientes habìan formado una pequeño lago y eran dispuestas en un modo tal que la mantenian en una agradable calma; allì se desvistiò y caminò verso las tranquilas aguas donde se realizò un largo baño, nado un poco, mirò los cotorros, las aves que volaban en el cielo, se sumergiò en las aguas y durante todo ese tiempo su pensamiento fuè para "Ajinac", a la entrega de su cuerpo, y recordando su olor sintiò una especie de dicha espiritual, luego desnudo, saliò del agua, se sentò sobre una piedra y observò al pàjaro pescador volando en lo alto que luego de zambullirse a una velocidad como la del rayo, saliò del agua con el premio de la presa, luego se rescostò sobre la roca y sientiendo el calor apacible se adormento soñando con Ella, se despertò exaltado al sentir el chillido de los monos, pensando en el regreso arrancò varias hojas de una planta para masticar y tomando el vestido de dos piezas se ataviò; luego siguiò el camino que lo llevaba a su aldea.
El sexto dia fuè màs intenso, casi no durmiò, pero al dìa siguiente del cambio de la luna se levantò temprano y se encaminò al encuentro con la mujer de la pluma de pàjaro.
La ausencia de “Ajinac” provocò una incomunicaciòn entre los adolescentes que desbordò el pensamiento, se buscaron hasta encontrarse... necesitaban estar en perfecta armonìa para poder interpretar los sonidos de la naturaleza en modo màs nìtido. Habìa una interferencia entre ellos que no les permitìa llegar en el momento preciso, donde sentìan el despertar de sus sentidos y el organo màs extenso de sus cuerpos se convertìa en una sola piel. Los pàjaros cantaban a veces en momentos inesperados, ocurrìan nuevos cantos y nuevas cosas y los nuevos habitantes traìan nuevos dolores, “Ajinac” sentìa que sus vestidos estaban estrechos, apretados y necesitaba siempre con màs frecuencia el deseo de nadar desnuda. Los dos enamorados se encontraban desarmònicos, hormonalmente eran distintos, varios soltizios atràs aconteciò el recibir sus trajes de adultos. Ella desde su nacimiento fuè destinada a ser la mujer de un consejero espiritual a el cual aùn no conocìa, ni querìa conocer. Kimbazala querìa solo a “Ajinac” para sì. La habìa mirado siempre desde los lugares altos, en la distancia y aunque no supiera su idioma estaba decidido a decirle de alguna manera que se sentìa en paz cuando la tenia cerca.
Ultimamente todo estaba en desorden, en la aldea decidieron convocar una asamblea en la que estarìan en vigilia muchas noches. Se dormìa poco. Muchos estaban cansados y no resistieron. Se sentìan truenos y relampagos, se nublò el cielo y un rayò cayò en el grande bohìo donde se reunìan para analizar la situaciòn. kimbazala habìa salido a beber agua cuando sintiò el estruendo que destruyò el techo de palmas llevandolo a cenizas, sintiò una vibraciòn en su cuerpo como los efectos amplificados de la picadura de un alacràn. Disipandose en pocos momentos lo dejò sin sentidos, durò varios dias con dolor de cabeza, fueron calcinanados trece de sus habitantes.
Hubo tanta confusiòn esa noche que no quisieron volver màs a esa aldea, Necesitaban hacer sepultura a sus muertos, màs no se sabìa donde, fuè una muerte repentina, sin precedentes, tenìan que consultar a sus dioses para tener el lugar preciso donde sus restos descansaran en completa armonìa con su muerte.
Mientras la sepaciòn involuntaria se acrecentaba comenzaron a llegar vientos fuertes y el cielo se volviò gris, la lluvia comenzò a ser màs fuerte, convirtiendose en tormenta, una confusiòn entre las aguas transportò una gigantesca piedra a la desembocadura del rio, lloviò durante muchos dias, el agua de la playa no era lìmpida, se veian ramas de àrboles gigantescos flotando, cuando todo terminò “Ajinac” soñò ser las ondas del mar, dormida podìa verse el cuerpo que ondulaba, sentìa su vaiven. Fuè una sensaciòn extraña, no podìa hablar, no sintiò miedo, simplemente se sintiò onduladamente libre, intentò hablar con un grito y se despertò, las demàs mujeres y niños no la sintieron solo su padre escuchandola se alzò de su hamaca. Le preguntò el porque de su grito y ella le respondiò que sintiò ser siete veces las ondas del mar.
Despuès del desastre de la separaciòn. Los dos jovenes acudieron al encuentro despuès de varias lunas, poco antes de llegar al rìo “Ajinac” viò el humo de la hoguera, supo que la armonìa entre los dos se habìa conclamado y puntualmente se vieron poco despuès de la salida del sol. Se entregaron al amor, en la hierba, dentro el rìo, en el mar, bajo el sol y ciertas veces bajo la luna.
La madre de “Ajinac” despuès de verla llegar casi siempre cuando chillaban los monos notò que no traìa nunca nada en las manos, llegaba con hambre, tejìa con una ligera sonrisa en sus labios y era màs atenta en las cosas del quehacer, ayudaba a la enseñanza de los niños indicandole como tallar las piedras, pudo asì modelar el bosque florecido y la cascada. Una noche el autillo la despertò y se dirigiò al mar. Lo viò, lo supo ahì, no podìa suceder nada a ese amor, eran en perfecta armonìa. Sintiò el sabor a cacao con miel en su boca y en el resto del cuerpo una sensazaciòn de mordaz lujuria, eso significaba la palabra “Ajinac” : besos asì.
El padre de Kimbazala no querìa conflictos con etnia alguna, ya tenìan con los nuevos habitantes, habìan emigrado hacia las partes màs lejanas, en intenciòn de paz, para el equinozio subirìan a la parte alta de la montaña sagrada y hablarìan con los sacerdotes para planear una uniòn como lo deseaba su hijo porque no tenìa pensado crear disputas.
Ocurriò nuevamente la recolecciòn del fique, èsta vez fueron acompañados de muchos màs habitantes, debìan reparar ciertas cosas en la comarca, no tubo que decirle a su amante, kimbazala al no verla desde la piedra donde se apostaba se fuè hacia el lago. Su madre la llamò con su verdadero nombre: Ucje-Zà-Ità.
Juntos.
El vientre de su hija no habìa crecido desde la ùltima vez que fueron por fique. Pensò a una mentira de esta para evadir su destino. Ucje mirò el rostro de su madre y bajò la mirada, -Pocas veces la llamaba asì- caminò màs rapido y se adelanto en la fila. Sabìa que no podìa permanecer màs tiempo ocultando sus idas al rio, sus salidas noctucnas y los dias del cambio de la luna.La madre dirigìa el paso, le dijo que se detubiera y esperara su lugar, Ucje obedeciò. No querìa hacerlo pero lo hizo. Mientras caminaba recordò como se sentìa tiempo atràs; sintìò ansias distintas, ansias de liberaciòn. Habìa experimentado tantas cosas nuevas que no podìa detenerse en esos momentos; decidida, dejò que fluyese su natural instinto.
Al llegar al cultivo habìan otras personas en el lugar. Muchos fueron a la recolecciòn, los desatres del viento y la lluvìa habìan dejado varios bohìos en mal estado. En medio de la confusiòn inicial de los saludos; Ucje logrò escabullise. Tomò la via del lago iendo al encuentro con kimbazala; por la ruta de las plantas de Capsicum; estaba dispuesta a dejar la aldea, no querìa estar con nadie màs. Se entendìan mejor y probaban el fausto deseo del encuentro.
No viendolo en el espejo de agua tomò dos piedras y las golpeò entre sì para llamarlo, como lo tenìan yà acordado. Decidieron ese sonido para comunicar que estaban en el lugar esperando; no habiendo respuesta, subiò sobre una piedra y desde allì pudo observarlo nadando desnudo , cuando salìo del agua, esta le colaba sobre su cuerpo, la luz del sol besaba sus formas ... se sentiò feliz. Luego se desvistiò y se lanzò al agua, el subiò sobre la piedra y se lanzò igualmente, jugaron unos momentos antes de darse un càlido beso en las frias aguas.
Tenìa que decirle tantas cosas... màs prefiriò callar y deleitarse del momento. Kimbazala alzò el cuerpo de Ucje y Ella lo aferrò con sus piernas, llegando al climax de su plenitud. Se calentaron con la aceleraciòn de la eupnea.
Ese dìa tendrìa la segunda noche de luna llena, Ucje debìa decirle todo acerca de su nombre, el sigficado que le habìa dado a sus besos y del hecho que no querìa engendrar hijos por el momento, cosas raras para una generaciòn que habìa conocido conflictos y destierros, visto muertes y dolores que nunca debieron crearse. Serìan dolores antiguos que solo pasarìan mientras en la humanidad se engendra solo el amor, nacido en un par de jovenes que se encontraron por causa del destino en un momento de la historia de dos pueblos.Bajaron por un sendero hacia el bohìo de Prisiliana, al llegar le manifestaron su deseo de quedarse ahì por unos dìas mientras arreglaban ciertos asuntos espirituales.
Dieron a la viuda algunas verduras y se reposaron un poco, era casi la ora del ocaso, Prisiliana tenìa del cacao maduro que colocaba en una enramada sobre el fuego que el humo caliente ayudaba a secar, Naya habìa recolectado un poco de miel, Ucje pidiò unas semillas para tostarlas y trituralas, Prisiliana seleccionò varios frutos secos y los maraquiò para comprobar si las semillas eran prontas, y luego le diò cuanto bastaba. Ucje abriò los frutos y tostò sus semillas, sacò de su mochila del Capsicum que habìa recolectado y abriendo uno tomò sus semillas y las dispuso para triturarlas junto con las del cacao, colococò con sus dedos un poco de este en los labios humedos de Kimbazala y untò los suyos con la miel, lo besò y pronunciò la palabra: “Ajinac”, Kimbazala saboriò la mezcla agridulce que deleitaron sus labios. sintiò el picante. Ya no se sabìa a quien atribuirle esas sensaciones que emanaban al besarse. Siempre y cuando estubieran presentes serìan consideradas como el lenguaje de un amor asì, nacido de un beso. La palabra pronunciada tenìa yà un significado entre los dos.
Prisiliana viò como reìan los jovenes y preguntò que estaban preparando para comer, Ucje habìa mezclado los ingredientes en una pequeña tinaja y le acercò el recipiente para que probara, Prisiliana con el dedo ìndice se untò de la crema y se la llevò hacia la boca, la sintiò picante. Dijo que habìa que mejorarla o añadir algo màs, repitiò en su idioma nuevamente: està muy picante, sintiò los labios tensos, mientras se tocaba su cuello y con un cuchillo a macana pelò una piña que paladeò, asì pudo calmar sus labios, todavìa podìa sentir el picor en su boca, mas era tan placentero que repitiò: se puede mejorar, mientras mezclaba la crema con unas semillas de maiz triturado, susurrò un par de melodias mientras con una mano tocaba nuevamente su cuello, la hecho a hervir en agua, agregò un poco màs de miel. Cuando esta estaba en todo su hervor la distribuyò en unos recipientes de barro. Ofreciò a los jovenes una bebida que según ella debia ser afrodisiacaLuego se calentaron los pies con el fuego al centro del bohìo y se adormentaron.
En la mañana se despidieron para dirijirse verso a la ensenada de los manglares.
Explicaciones.La madre de Ucje no viendola entre las personas, recordò el dia del parto, en definitiva su nombre era eso, un pàjaro esquivo.
No esperarìa mas de ella, lo supò desde su nacimiento, cuando viò a los dos animales ese dia, cerca al rio; debìa ser solo uno, y eligiò el primero que a su vista agradò, a la serpiente en el agua la descartò.
Quien habrìa atrapado aquel pàjaro que entre las ramas no se dejaba ver, su canto particular mientras nacìa; luego la serpiente lenta que atravesaba el rio, miedo y astucia en ese momento, porque no fue otro animal? Se pregunto... aunque Ucje ya no era ni lo uno ni lo otro, se habìa convertido en una mujer con la libertad en la alas y la agudeza de una serpiente.
Los dos jovenes caminaron verso el mar, sabìan que debian arreglar la situaciòn, mas al momento dejarìan fluir la libertad inesperada de aquel amor.
Las palabras cobraron sentido y comprensiòn, se volvieron familiares y cuando las sentìa pronuciar de los labios de kimbazala eran notas del alma, “kanvila-jà” era yà la parte que le faltaba. Significar -Ella està dentro de mi- era ser como una sola cosa.
Explicada con el simple hecho de beber el agua de la nuez de coco.
Y aceptar que el amor los convirtiò en en algo ùnico se traducìa en un “Kuaj”. En un si completo.
Ucje explicò a Kimbazala que querìa ser llamada “Ajinac” que era el sentir de sus besos. Kimbazala tomò la flecha, la lanza para explicarle que su nombre significaba la fuerza del guerrero. Para El no habìa palabra màs hermosa que el sentir de esos besos.
En la ensenada tenìan el alba, el ocaso, el mar, la laguna y la sal.
Necesitaban el agua del rio para beber. Quizas ese lugar serìa provisorio pero decidieron permanecer varios dias, para despues afrontar la decision ante sus familiares.
Despues de permacer algunos dias comiendo crustaceos y con pocas provisiones, caminaron verso la aldea de “Ajinac”.
continuarà...
La madre de Ucje no viendola entre las personas, recordò el dia del parto, en definitiva su nombre era eso, un pàjaro esquivo.
No esperarìa mas de ella, lo supò desde su nacimiento, cuando viò a los dos animales ese dia, cerca al rio; debìa ser solo uno, y eligiò el primero que a su vista agradò, a la serpiente en el agua la descartò.
Quien habrìa atrapado aquel pàjaro que entre las ramas no se dejaba ver, su canto particular mientras nacìa; luego la serpiente lenta que atravesaba el rio, miedo y astucia en ese momento, porque no fue otro animal? Se pregunto... aunque Ucje ya no era ni lo uno ni lo otro, se habìa convertido en una mujer con la libertad en la alas y la agudeza de una serpiente.
Los dos jovenes caminaron verso el mar, sabìan que debian arreglar la situaciòn, mas al momento dejarìan fluir la libertad inesperada de aquel amor.
Las palabras cobraron sentido y comprensiòn, se volvieron familiares y cuando las sentìa pronuciar de los labios de kimbazala eran notas del alma, “kanvila-jà” era yà la parte que le faltaba. Significar -Ella està dentro de mi- era ser como una sola cosa.
Explicada con el simple hecho de beber el agua de la nuez de coco.
Y aceptar que el amor los convirtiò en en algo ùnico se traducìa en un “Kuaj”. En un si completo.
Ucje explicò a Kimbazala que querìa ser llamada “Ajinac” que era el sentir de sus besos. Kimbazala tomò la flecha, la lanza para explicarle que su nombre significaba la fuerza del guerrero. Para El no habìa palabra màs hermosa que el sentir de esos besos.
En la ensenada tenìan el alba, el ocaso, el mar, la laguna y la sal.
Necesitaban el agua del rio para beber. Quizas ese lugar serìa provisorio pero decidieron permanecer varios dias, para despues afrontar la decision ante sus familiares.
Despues de permacer algunos dias comiendo crustaceos y con pocas provisiones, caminaron verso la aldea de “Ajinac”.
continuarà...
Commenti
Posta un commento
Deja tu mensaje