Dime tu nombre aunque no lo entienda. Un cuento de amor primitivo. Desespero
Sigue...
Kimbazala llamò al padre quien igualmente repitiò el nombre de "Ajinac". el progenitor mirò como era dispuesto en el cuerpo de la joven el manto de algodòn de una sola pieza al igual que los collares rojos que adornaban su cuello y dandole señales de agrado lo llevò verso a uno de los bohios de la aldea; mientras que la madre de Kimbazala trataba de entablar una conversaciòn con la recièn llegada. Todos los habitantes empezaron a llamarla con el nombre que habian oìdo; Ella aunque extrañandose de algunas cosas, se sentìa acogida no obstante la dificultad en la compresiòn de algunas frases y palabras.
En el lugar todo siguiò bajo la rutina y los quehaceres, las mujeres al sentir los monos chillar entre los àrboles se dispusieron a preparar de comer, tenìan varios ñeques y dos manaos de la caza que habian hecho los hombres el dia anterior, junto con algunas verduras y tuberculos recolectados hicieron buena vianda. La muchacha a la que todos llamaban "Ajinac" no sabia comunicar en modo claro ni tampoco podia hablar en el idioma de los aldeanos; asi que, empezò a mirar detenidamente los gestos y movimientos de todos mientras trituraba algunos granos sobre la piedra dispuesta en el lugar para ello, luego iniciò a repetir cada una de las palabras que escuchaba salir de sus bocas lo hizo moviendo los labios delicada y lentamente y al memorizarlas logrò enterderlos un poco màs.
Cuando la vitualla estubo pronta, fuè vertida sobre unas hojas de malanga y todos se sentaron alrededor del banquete comiendo hasta la saciedad.
kimbazala habìa tomado una decisiòn: proponer a la que El llamaba "Ajinac" quedarse definitivamente en su casa y dirigiendose hacia Ella colocò una mano sobre su hombro diciendole algunas frases incomprensibles, con un dedo de la otra mano indicaba el suelo, tratando de decirle: quedate junto a mi, aquì en ese lugar, en mi comarca, Ella lo escuchò, entendiò sus gestos y estubo a punto de no volver a los suyos y aceptar su proposiciòn, màs al ver al sol reflejando las sombras delante de ellos, apartò su mano y se dispuso a cavar unas malangas para llevar a su aldea, Kimbazala intento detenerla pero Ella diciendole palabras de las cuales El aùn no conocìa el significado siguiò cavandolas, luego de realizar la recolecta de las raices e indicandole con una mano el sol, dirijiendola hacia el ocaso siete veces, se marchò.
A la mañana del dia siguiente Kimbazala fuè al lugar donde se habian encontrado por primera vez y esperò hasta que no viò a su sombra reflejarse, al segundo dia fuè a la piedra màs alta donde se podìa ver la desembocadura del rio, esperando de individuarla recogiendo almejas o atrapando jaibas, estubo allì hasta el cambio de la marea pero no pudo deleitar sus ojos. Asi, al tercer dia desesperado, decidiò ir a su territorio pero el padre lo convenciò que no era el momento, le aconsejò que esperara el cambio de luna. Kimbazala sentìa algo màs que las ganas de verla, fuè entonces que al cuarto dìa se dirigiò al rio a recolectar camarones y encendiò una hoguera, esperando que "Ajinac" viera el humo elevarse hacia el cielo y pensara que El la estaba esperando allì pero ni aùn en esa ocasiòn pudo verla tornar, ni tampoco ver la dulce mirada de sus ojos. Al quinto dìa tomò el rumbo del camino de la montaña para ir a la parte màs alta del rio donde las piedras portadas por las viejas crecientes habìan formado una pequeño lago y eran dispuestas en un modo tal que la mantenian en una agradable calma; allì se desvistiò y caminò verso las tranquilas aguas donde se realizò un largo baño, nado un poco, mirò los cotorros, las aves que volaban en el cielo, se sumergiò en las aguas y durante todo ese tiempo su pensamiento fuè para "Ajinac", a la entrega de su cuerpo, y recordando su olor sintiò una especie de dicha espiritual, luego desnudo, saliò del agua, se sentò sobre una piedra y observò al pàjaro pescador volando en lo alto que luego de zambullirse a una velocidad como la del rayo, saliò del agua con el premio de la presa, luego se rescostò sobre la roca y sientiendo el calor apacible se adormento soñando con Ella, se despertò exaltado al sentir el chillido de los monos, pensando en el regreso arrancò varias hojas de una planta para masticar y tomando el vestido de dos piezas se ataviò; luego siguiò el camino que lo llevaba a su aldea.
El sexto dia fuè màs intenso, casi no durmiò, pero al dìa siguiente del cambio de la luna se levantò temprano y se encaminò al encuentro con la mujer de la pluma de pàjaro.
En el lugar todo siguiò bajo la rutina y los quehaceres, las mujeres al sentir los monos chillar entre los àrboles se dispusieron a preparar de comer, tenìan varios ñeques y dos manaos de la caza que habian hecho los hombres el dia anterior, junto con algunas verduras y tuberculos recolectados hicieron buena vianda. La muchacha a la que todos llamaban "Ajinac" no sabia comunicar en modo claro ni tampoco podia hablar en el idioma de los aldeanos; asi que, empezò a mirar detenidamente los gestos y movimientos de todos mientras trituraba algunos granos sobre la piedra dispuesta en el lugar para ello, luego iniciò a repetir cada una de las palabras que escuchaba salir de sus bocas lo hizo moviendo los labios delicada y lentamente y al memorizarlas logrò enterderlos un poco màs.
Cuando la vitualla estubo pronta, fuè vertida sobre unas hojas de malanga y todos se sentaron alrededor del banquete comiendo hasta la saciedad.
kimbazala habìa tomado una decisiòn: proponer a la que El llamaba "Ajinac" quedarse definitivamente en su casa y dirigiendose hacia Ella colocò una mano sobre su hombro diciendole algunas frases incomprensibles, con un dedo de la otra mano indicaba el suelo, tratando de decirle: quedate junto a mi, aquì en ese lugar, en mi comarca, Ella lo escuchò, entendiò sus gestos y estubo a punto de no volver a los suyos y aceptar su proposiciòn, màs al ver al sol reflejando las sombras delante de ellos, apartò su mano y se dispuso a cavar unas malangas para llevar a su aldea, Kimbazala intento detenerla pero Ella diciendole palabras de las cuales El aùn no conocìa el significado siguiò cavandolas, luego de realizar la recolecta de las raices e indicandole con una mano el sol, dirijiendola hacia el ocaso siete veces, se marchò.
A la mañana del dia siguiente Kimbazala fuè al lugar donde se habian encontrado por primera vez y esperò hasta que no viò a su sombra reflejarse, al segundo dia fuè a la piedra màs alta donde se podìa ver la desembocadura del rio, esperando de individuarla recogiendo almejas o atrapando jaibas, estubo allì hasta el cambio de la marea pero no pudo deleitar sus ojos. Asi, al tercer dia desesperado, decidiò ir a su territorio pero el padre lo convenciò que no era el momento, le aconsejò que esperara el cambio de luna. Kimbazala sentìa algo màs que las ganas de verla, fuè entonces que al cuarto dìa se dirigiò al rio a recolectar camarones y encendiò una hoguera, esperando que "Ajinac" viera el humo elevarse hacia el cielo y pensara que El la estaba esperando allì pero ni aùn en esa ocasiòn pudo verla tornar, ni tampoco ver la dulce mirada de sus ojos. Al quinto dìa tomò el rumbo del camino de la montaña para ir a la parte màs alta del rio donde las piedras portadas por las viejas crecientes habìan formado una pequeño lago y eran dispuestas en un modo tal que la mantenian en una agradable calma; allì se desvistiò y caminò verso las tranquilas aguas donde se realizò un largo baño, nado un poco, mirò los cotorros, las aves que volaban en el cielo, se sumergiò en las aguas y durante todo ese tiempo su pensamiento fuè para "Ajinac", a la entrega de su cuerpo, y recordando su olor sintiò una especie de dicha espiritual, luego desnudo, saliò del agua, se sentò sobre una piedra y observò al pàjaro pescador volando en lo alto que luego de zambullirse a una velocidad como la del rayo, saliò del agua con el premio de la presa, luego se rescostò sobre la roca y sientiendo el calor apacible se adormento soñando con Ella, se despertò exaltado al sentir el chillido de los monos, pensando en el regreso arrancò varias hojas de una planta para masticar y tomando el vestido de dos piezas se ataviò; luego siguiò el camino que lo llevaba a su aldea.
El sexto dia fuè màs intenso, casi no durmiò, pero al dìa siguiente del cambio de la luna se levantò temprano y se encaminò al encuentro con la mujer de la pluma de pàjaro.
continuarà...
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