Dime tu nombre aunque no lo entienda. Elucubraciones.
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Kimbazala
en la dilaciòn del deseo de verla llegar, ìba todos los dìas
al rìo, no encendìa hoguera, sabìa que aparecerìa de un momento a
otro, lo sabìa o almenos se lo esperaba. Meditò; mientras lo hacìa,
en uno de esos dìas construyò una lanza con la rama de un àrbol de
peras silvestres, terminando su punta a macana. Despuès, turbado por
sus pensamientos fuè a la orilla del mar, la fuerte
marea habìa terminado; se desvistiò y poco a poco caminò sobre la arena de las
azules aguas hasta que cayò repentinamente en el vacìo, se sumergiò
para buscar almejas, recolectò una, nadò verso la orilla para abrirla, encontrò una perla, tomò un pequeña mochila y se sumergiò
nuevamente, recolectando una decena de ellas, sumergiendose una y
otra vez, al finalizar nadò para volver a la orilla y las abriò una a una,
encontrando cuatro perlas màs, se sumergiò nuevamente, viò una
grande mantaraya que nadaba en circulos; saliò del agua, aferrò la
lanza, sacò de su otra mochila un cordel de fique y amarrandolo en
el extremo posterior la sujetò a una pesada piedra; caminò verso el
mar, dentro del agua todavìa llana observò una raya que nadaba para enterrarse bajo
la arena y rapidamente traspasò la carne y el cuerpo cartilaginoso
del animal con la afilada lanza. Esta presa por el pànico de la
agonìa empezò a parir, pudo ver cuatro crios que nadaban entorno
mientras esta trataba de liberarse, el aguijòn estubo a apunto de
perforarlo, kimbazala hizo cuanto pudo para no perder el equilibrio,
despuès se dirigìò verso la riba, tirò de la cuerda para sacar el animal
del agua... pesaba. La seccionò y arrojò al mar las partes no
consumibles. Conservò la cola y luego con el aguijòn empezò a
construir una flecha, aguda y afilada. Al llegar a su aldea posò la
flecha aùn no terminada junto a una tinaja y bebiò un poco de agua
con un recipiente de tumbaga. El padre al verlo llegar viò los ojos
brillantes y agudos, reconociò mirada de jaguar en ellos. Debìa
hablar con el consejero, kimbazala necesitaba un lugar donde
construir bohìo para apaciguar su carga hormonal latente. Mientras
que El querìa consultar con su padre el ir junto con otros hombres
de su etnia a la aldea de “Ajinac”; necesitaba saber si habìa un
pretendiente; debìa advertir si àlguien màs tenìa intenciones de
cortejar a quièn le habìa tocado una parte de su corazòn.
“Ajinac”
quizo olvidar, pero no pudo, en los dìas de luna que le tocò estar
en la aldea, se dirijìa verso el rio pero al que estaba màs arriba,
caminaba por el sendero de palmas y se sentaba en la riba donde la
arena era caliente, sumergìa solo medio cuerpo para lavarse. fueron
cuatro las veces que fuè allì, un dìa viò el amplexo de la Boa
Constrictor sobre la arena en medio de las tortugas al sol, parecian una masa de musculos
contractiles enloquecidos. Al retornar llevaba siempre las nueces de
coco que podìa cargar, ultimamente no tenìa apetito, y comìa solo
algunas guayabas y peras silvestres.
En
su ìntimo ser pensaba: Si pudiese explicar a kimbazala la palabra
“Ajinac” en los momentos en los cuales se verìan a escondidas
las cosas se entenderìan mejor. Màs explicar el gusto del sabor
perfecto no era fàcil, describir un sabor exitante, dibujar un sabor
de suave consistencia -no existìa en el mundo de las frutas una tal-
pensò a la piña o al cacao con miel. Pero no supo como mostrar en
la naturaleza un gusto asì, solo al sentir su boca en sus labios
podrìa probar nuevamente tal sensaciòn. Esa vez en rio se bañò desnuda.
Continuarà...
Continuarà...
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