Dime tu nombre aunque no lo entienda... Juntos.


Sigue...

El vientre de su hija no habìa crecido desde la ùltima vez que fueron por fique. Pensò a una mentira de esta para evadir su destino. Ucje mirò el rostro de su madre y bajò la mirada, -Pocas veces la llamaba asì- caminò màs rapido y se adelanto en la fila. Sabìa que no podìa permanecer màs tiempo ocultando sus idas al rio, sus salidas noctucnas y los dias del cambio de la luna.
La madre dirigìa el paso, le dijo que se detubiera y esperara su lugar, Ucje obedeciò. No querìa hacerlo pero lo hizo. Mientras caminaba recordò como se sentìa tiempo atràs; sintìò ansias distintas, ansias de liberaciòn. Habìa experimentado tantas cosas nuevas que no podìa detenerse en esos momentos; decidida, dejò que fluyese su natural instinto.

Al llegar al cultivo habìan otras personas en el lugar. Muchos fueron a la recolecciòn, los desatres del viento y la lluvìa habìan dejado varios bohìos en mal estado. En medio de la confusiòn inicial de los saludos; Ucje logrò escabullise. Tomò la via del lago iendo al encuentro con kimbazala; por la ruta de las plantas de Capsicum; estaba dispuesta a dejar la aldea, no querìa estar con nadie màs. Se entendìan mejor y probaban el fausto deseo del encuentro.

No viendolo en el espejo de agua tomò dos piedras y las golpeò entre sì para llamarlo, como lo tenìan yà acordado. Decidieron ese sonido para comunicar que estaban en el lugar esperando; no habiendo respuesta, subiò sobre una piedra y desde allì pudo observarlo nadando desnudo , cuando salìo del agua, esta le colaba sobre su cuerpo, la luz del sol besaba sus formas ... se sentiò feliz. Luego se desvistiò y se lanzò al agua, el subiò sobre la piedra y se lanzò igualmente, jugaron unos momentos antes de darse un càlido beso en las frias aguas.

Tenìa que decirle tantas cosas... màs prefiriò callar y deleitarse del momento. Kimbazala alzò el cuerpo de Ucje y Ella lo aferrò con sus piernas, llegando al climax de su plenitud. Se calentaron con la aceleraciòn de la eupnea.

Ese dìa tendrìa la segunda noche de luna llena, Ucje debìa decirle todo acerca de su nombre, el sigficado que le habìa dado a sus besos y del hecho que no querìa engendrar hijos por el momento, cosas raras para una generaciòn que habìa conocido conflictos y destierros, visto muertes y dolores que nunca debieron crearse. Serìan dolores antiguos que solo pasarìan mientras en la humanidad se engendra solo el amor, nacido en un par de jovenes que se encontraron por causa del destino en un momento de la historia de dos pueblos.
Bajaron por un sendero hacia el bohìo de Prisiliana, al llegar le manifestaron su deseo de quedarse ahì por unos dìas mientras arreglaban ciertos asuntos espirituales.

Dieron a la viuda algunas verduras y se reposaron un poco, era casi la ora del ocaso, Prisiliana tenìa del cacao maduro que colocaba en una enramada sobre el fuego que el humo caliente ayudaba a secar, Naya habìa recolectado un poco de miel, Ucje pidiò unas semillas para tostarlas y trituralas, Prisiliana seleccionò varios frutos secos y los maraquiò para comprobar si las semillas eran prontas, y luego le diò cuanto bastaba. Ucje abriò los frutos y tostò sus semillas, sacò de su mochila del Capsicum que habìa recolectado y abriendo uno tomò sus semillas y las dispuso para triturarlas junto con las del cacao, colococò con sus dedos un poco de este en los labios humedos de Kimbazala y untò los suyos con la miel, lo besò y pronunciò la palabra: “Ajinac”, Kimbazala saboriò la mezcla agridulce que deleitaron sus labios. sintiò el picante. Ya no se sabìa a quien atribuirle esas sensaciones que emanaban al besarse. Siempre y cuando estubieran presentes serìan consideradas como el lenguaje de un amor asì, nacido de un beso. La palabra pronunciada tenìa yà un significado entre los dos.

Prisiliana viò como reìan los jovenes y preguntò que estaban preparando para comer, Ucje habìa mezclado los ingredientes en una pequeña tinaja y le acercò el recipiente para que probara, Prisiliana con el dedo ìndice se untò de la crema y se la llevò hacia la boca, la sintiò picante. Dijo que habìa que mejorarla o añadir algo màs, repitiò en su idioma nuevamente: està muy picante, sintiò los labios tensos, mientras se tocaba su cuello y con un cuchillo a macana pelò una piña que paladeò, asì pudo calmar sus labios, todavìa podìa sentir el picor en su boca, mas era tan placentero que repitiò: se puede mejorar, mientras mezclaba la crema con unas semillas de maiz triturado, susurrò un par de melodias mientras con una mano tocaba nuevamente su cuello, la hecho a hervir en agua, agregò un poco màs de miel. Cuando esta estaba en todo su hervor la distribuyò en unos recipientes de barro. Ofreciò a los jovenes una bebida que según ella debia ser afrodisiaca
Luego se calentaron los pies con el fuego al centro del bohìo y se adormentaron.

En la mañana se despidieron para dirijirse verso a la ensenada de los manglares.


                                                                                                                                          Continuarà...

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