Mi columna Vertebral


Caminos veredales.

En los años en los cuales ejercìa mi profesiòn como veterinaria, visitè muchas veredas y corregimientos llevando programas institucionales e instruyedo a las poblaciones màs vulnerables de las zonas rurales del caribe colombiano. Muchas veces mis recorridos los hice sola, sin tener la menor idea donde quedaba el pueblo o el lugar donde darìa mis charlas, simplemente uno llegaba preguntándole a la gente en donde se podìa coger el vehículo que te llevaría a determinado lugar que podìa ser un bus, un ferry, un camion, un mototaxi o cualquier otro medio de transporte. En estos caminos mis ojos grabaron muchas escenas,

Colombia tiene un macizo montañoso llamado la Sierra Nevada de Santa Marta que abarca tres departamentos, Magdalena, Guajira y Cèsar; donde todavìa existen pueblos nativos sobrevivientes al periodo de la conquista, con constumbres y creencias intactas, pueblos afrodescendientes y todo tipo de personajes,  En este articulo contarè un episodio que al recordarlo me viene la risa y el pànico.

En la zona rural del municipio de Ciènaga (Magdalena) se encuentra un corregimiento llamado San Pedro de la Sierra que a su vez tiene una serie de veredas que lo conforman; una de ellas es Nuevo Mundo, creo que es la zona màs lejana que he visitado a piè, el lugar està a seis horas de camino partiendo desde San Pedro aproximadamente, todo si tus piernas funcionan bien. El grupo con el cuàl fuì era conformado por un cultivador de cafè que vivia en la vereda, un agrónomo y un ingeniero pesquero. Necesitàbamos levantamos temprano, de madrugada poco antes de la salida del sol, tenìamos que estar listos esperando al caficultor que serìa nuestro guìa.  Al inicio del recorrido el camino era amplio, después poco a poco se tornaba extrecho, en este recorrido puedes solo sentir los sonidos de la naturaleza, al inicio hablas, pero después te das cuenta que te cansas haciéndolo y te sumerges en la selva, en los pasos que das, creo recordar de haber llevado una radio o que alguien la hubo encendido, En estas zonas apartadas es una buena compañìa, aunque solo puedas sentir la musica y las noticias de la ùnica emisora que las ondas Hertzianas logran tarnsmitir, en un momento del recorrido los compañeros del grupo  por amabilidad me dijeron que subiera al lomo de mula, por un un par de horas lo hice, pero decidì bajarme y caminar junto a ellos, asi la mula podìa llevar nuestras pertenencias, 

Finalmente llegamos al lugar de la reuniòn pasadas las 11:00 de la mañana y mientras se cocinaba el almuerzo fueron llegando los participantes, entre ellos estaba una mujer indigena que llevaba a su pequeño hijo recièn nacido, envuelto en una particular mochila que ellas cuelgan de su cabeza a la altura de la frente, la usan para  poder caminar libremente cuando necesitan desplazarse a otros lugares, llegaron igual varios campesinos y algunos niños, Las charlas se realizaron en completa normalidad a exepciòn de la sopa que se quemò; la encargada de realizar el almuerzo utilizò fideos que al disolverse se depositaron en el fondo de la olla, la muchacha no habìa visto a su enamorado desde hace varios dias debido a la lejanìa de las casas en las zonas veredales y en su arrobamiento dejò que el bastimento se consumiera y que la sopa se ahumara, ese dìa aunque por raro que suene almorzè: "sopa quemada". 

Mientras se hablaba de como se vivìa en esos sitios tan apartados de la civilizaciòn, sin agua ni luz, observè los ladrillos más grandes que hubiese visto, eran hechos de barro no cocido, preguntè del porque los hacìan asi de grandes, la respuesta me consternò un poco, el muchacho me dijo: es que cuando vienen esos aviones que usted ve pasar desde Santa Marta no se sabe donde caerà la bala o la bomba, aquí toca asì, fuè uno de los pocos momentos en que no he tenido palabras para responder, aveces solo hace falta ser comprensivo. Entre otras conversaciones estaba la de un Jaguar que deanbulaba por la zona y de las tècnicas para plantar una mata de cafè.

llegadas las tres era yà ora de partir, se hacìa tarde y debiamos regresar a San Pedro, no habìa sitio donde pudieramos dormir, ni tampoco era conveniente hacerlo; emprendimos el camino de regreso, mientras caminábamos se hacìa de noche y el sol dejaba de alumbrar, nos acompañaba sola la luz de una linterna que llevaba un compañero, a un cierto punto despuès de largas horas de camino no podìa màs con las piernas, mis amigos me dijeron que me subiera al mulo, pero fuè imposible permacer sobre su dorso, al subirme pensé que mis piernas reposarìan pero no fuè asì, sentì que se me iban a reventar, las alzè para cruzarlas a la altura de la cruz del animal, pero fuè peor, no habiendo soluciòn para reposar por un poco las piernas, desendì  y continuè a pie, parecía que nunca fueramos a llegar, todo era completamente oscuro, ni la luna reflejaba su luz  esa noche, habiamos iniciado el camino y teniamos que terminarlo, debiamos hacerlo porque simplemente no habìa donde reposar. Mientras los pies seguìan pisando el camino polvoriento el mulo que era guiado por uno de mis compañeros se detuvo de manera abrupta y no quiso continuar la marcha, se rehusaba a caminar, mi amigo lo incitò golpiandolo con el poncho, pero tampoco asì quizo seguir, en esos momento nos preguntamos porque no querìa continuar y uno de ellos dijo: y si ha sentido algo raro? si es una animal? si es un jaguar?, eso era lo ùnico que faltaba, el factor miedo.  Habiamos sentido decir en el almuerzo que por la zona melodeaba uno, pero que nos lo pudieramos encontrar lo supimos solo ahì en ese momento, fueron momentos de angustìa, el mulo se calmò mientras con la literna mirabamos los matorrales y el bosque tratando de descubrir almenos para estar tranquilos que no se trataba de un jaguar; no vimos nada,.. seguimos caminando pensando en salir ràpido de ese lugar, faltaban quizás dos horas de camino o tres, hasta las ganas de ir al baño era motivo de incertidumbre. despuès de caminar a pasos ràpidos y pensando en llegar, finalmente vimos las luces del pueblo y nos detuvimos si recuerdo bien en una tienda que estaba cerrada, tocamos la puerta y nos abrieron despuès de ideficarnos, compramos agua, mi reacciòn fuè la de tirarme en el piso y alzar las piernas para reposar un poco, estubimos cerca de quince minutos, yo querìa reposar un poco màs pero mis compañeros me dijeron que era mejor que siguiera caminando que reposando me cansaba mas, no entendìa porque me lo decìan, pero al alzarme entendì que es mas fatigoso emprender la marcha cuando se reposa tanto. Con las fuerzas que me quedaban terminamos la media hora que faltaba para llegar al pueblo, dejamos la mula donde un amigo del propietario y nos dirigimos al hotel del pueblo. eran pasadas las diez de la noche. Creo que ese dìa caminamos cerca de 12 horas  o màs, creo que esa fuè la ùnica vez que mis piernas se cansaron.

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