Mi columna vertebral.

Llamadas telefónicas.


El olor de las tajadas de plátano frito que preparaba la mamá de Nelson ingresò por entre los barrotes de la ventana abierta del colegio, eran las 11:30 de la manaña y Mirka pensó en su almuerzo, sintió que las papilas gustativas empezaban a hacerle agua la boca, mientras que yolima copiaba en su cuaderno la tarea de la última ora de clases que le había prestado Miriam. Todas conversaban del más y del menos, era extraño que el profesor de química no llegara a dictar la clase, tenía un retraso de casi 30 minutos y aún no se presentaba en el aula. Federica hablaba de la última canción salida en la radio que le gustaba tanto junto con Katherina y lucía callada como siempre se limaba las uñas de las manos.
Mirka se dirijió a sus companeras y les preguntó si sabían que cosa comerían en el almuerzo, Miriam respondió que bastaba que no fuera sopa y estaba contenta, las demás respondieron con indiferencia que no importaba que encontrarían de comer en el almuerzo, igual tenían hambre, esa vez las tajadas fritas despertaron las ganas de comer más que otros días, el olor de esa mañana era más intenso, debía ser por lo inusual de aquel momento, la falta del docente llevó a Miriam a curiosear por el agujero que estaba en los paneles de yeso que separaban la sala de profesores con el aula de las estudiantes y manifestó a sus amigas que no había ninguno, salió a la terraza donde estaba el kiosko en el que se vendían las meriendas y vió que tampoco en las demás aulas habían profesores. Un poco más tarde apareció la directora de grupo y les indicó de alzarse y de salir verso el patio por el callejón lateral que comunicaba con la salida. Nadie le prestó atención, Miriam al ver que ninguno se alzaba de su puesto les dijo a sus amigas que se levantaran, así todas empezaron a escuchar a la maestra que en un modo calmo trataba de dirijir a las alumnas, una a una igualmente tomaron los libros, morrales y mochilas para ir verso el patio, mientras esto ocurría Miriam preguntó a sus amigas sino les parecía extrano que la directora de grupo les hablara así tan calmadamente, les dijiera de salir y que el profesor no hubiera llegado a dictar clases. 

Federica notó igual la rareza de la situación y comentaron todas que podría ser el motivo de la salida tan temprano; El callejón de escasos metro y medio de anchura se lleno de adolescentes en fila que intentaban salir de las aulas; caminaban extrechas. Miriam riendo dijo a sus companeras: y si es por una bomba que nos estan haciendo salir temprano?
Yolanda y katherina dijeron que no, Mirka asentuó: y si es verdad?.
Miriam alzó la voz y gritó: una bomba! El eco del grito pasó de boca en boca de las alumnas aumentando la intensidad y locura colectiva; creando una estampida y provocando en todas una sensación de pánico, los pocos menos de quince metros que separaban la salida se convirtieron en una carrera por llegar a la puerta. Angela unas de las alumnas del salón cayó al piso, nadié pudo alzarla, todas empujaban por querer salir, Miriam al verla la ayudó como pudo aunque después la dejara sola al oirla lamentarse de haber perdido su pulsera de oro.
Todas corrían por llegar al portón en el cual estaba Nelson, todas empujaban el portón para que abriera, más El no sabía el porque de esa desbandada y decía que no tenía orden de abrir, hasta que se oyó un grito diciendo: abre el portón que pusieron una bomba!...ahí Nelson se esforzó por abrir y todas salieron corriendo.

Al final por fuentes oficiales se supo que había una amenaza bomba. Alguién  telefonó al colegio amenazando de haber puesto una en el automovil de la rectora de la institución. Los dirigentes del colegio a su vez llamaron al servicio antiexplosivos de la policía de la ciudad, el cual declaró de no haber encontrado ningun artefacto Mientras que fuentes no oficiales decían que algunas estudiantes habían hecho telefonar para no presentar un examen de matemáticas.  

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