Mi columna vertebral.

Un pàjaro desconocido.
No es casualidad: es Realismo màgico. (un minuto de inspiraciòn). Algo que escribì antes de cerrar mi negocio.
Eran las 9:28 de la mañana y durante el trayecto que me conduce hacia el lugar de trabajo, manejando el automòvil recordè unas lineas que escribì hace poco màs de un mes en mi diario, las cuales mandè a una pàgina internet esperando que fuesen publicadas, resultando para mi sorpresa un hecho real, pude ver mi escrito publicado, cosa me que alegrò aunque despuès resultara no tan placentera. Casi siempre cuando manejo escucho las canciones del reproductor portatil y ese era un dìa de tantos en el cual las escuchaba, acomedè el cable que lo conectaba al estereo tatarareando el final de una de las tantas canciones registradas, entretanto esta finalizaba y adviertiendo un dìa de primavera soleado y lìmpido, escucho la siguiente pero decido cambiarla por la sucesiva y seguidamente por una màs y asì continùo cambiandolas eventualmente; entre esos intervalos de silencio entre una melodìa y otra viene a mi mente una de las frases escritas en el articulo: el recuerdo se interrumpe al sentir el rumor grave de algo que golpeaba el vidrio frontalmente en el automòvil, pensè fuese un pedazo de leño que pisado por las ruedas y en consecuencia haciendo malabares en el aire rebotase en el vidrio, parpadeo por unas milèsimas de segundo y observo que el rumor sentido antes era la cagada de un pàjaro que volaba en ese preciso momento porque en el trayecto que habitualmente transcorro no hay àrboles tales para sostener el peso de semejante cagada, el maravilloso ejemplar de la naturaleza pudo sincronizar su defecaciòn mientras mi automòvil corrìa a 70 km por hora y este volaba en direcciòn desconocida y asi, sientiendo la necesidad de defecar, uniendose a la fuerza de la gravedad y al viento; depositò sus heces justo en el instante que recordaba aquel momento en el cual tenìa en mi mente las palabras escritas en el articulo, dejè correr el reproductor de canciones libremente, limpiè el vidrio con el parabrisas accionando la manilla que expulsaba el agua con detergente pero las excresiones del pàjaro no se disolviìan, seguì moviendo la manilla para expulsar la solución jabonosa que limpiase completamente el vidrio y a las no sè cuantas veces de mover el mecanismo que accionaba la expulsión me di cuenta que el agua no salìa màs y que por esa simple razòn me tocarìa limpiarla a mano apenas llegara.
La defecaciòn quedò apichigada al vidrio en su agulo superior izquierdo, sonaba otra cancion; despuès de pocos segundos escuchàndola un camiòn pasa paralelamente en sentido contrario a mi automòvil, creando una corriente tal entre los dos medios de transporte que arranca la mezcla de detritos orgànicos de un tajo; reì incontenidamente con cierta incredudilidad moviendo la cabeza de un lado a otro pero entendiendo esa realidad, otra vez los recuerdos me llevaron a recordar el libro crònica de una muerte anunciada leido por primera vez y que santiago nasar se habia despertado con la sensaciòn de sentirse cagado por pàjaros, vi el reloj: eran las 9:29 minutos de la manaña y literalmente me sentí dentro de un cuento de Gabriel Garcia Màrquez.
No teniendo la foto del pàjaro en menciòn, les dejo la de otro pàjaro que seguramente habrà cagado el vidrio frontal de otro automòvil .
se necesita solo un minuto de realidad para inspirar a los habitantes de todos los pueblos de macondo.
https://photos.app.goo.gl/4oNYwEZNKept7ZzF9
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